Pesadumbre

Anoche acudió.
Radiante su sombra
en la oscuridad.

¡Ay! Llegó a prima noche.
Vago en otros limbos, me atrapó
en la obscenidad de sueños,
hundido bajo el temor,
en vano conmutando destinos.

Su volátil silueta ahí…
traspasando paredes.
Yo, con el mismo sustento,
exangüe para tender mi mano
y alcanzar la fantasía.

Lo sé.
El aroma de sus
blandos pies desnudos
aún perdura sobre la alcatifa
que desdoblé para ella.

Con mirífico cendal llegaría
exhibiendo asaz encanto.

Vehemente la resguardo
en mi afán por imantarla:
los cristaleros abiertos;
la brisa acariciando
el esmerado cortinaje;
luz tenue
reflejándose en el cáliz
a medio llenar,
ante cualquier eventualidad.

La acoso.
En noches áridas, lluviosas;
estrelladas, sombrías;
tímido, decidido.

¡Ah!, pero
la próxima vez,
hoy,
mañana,
en el estío,
sentado, de pie,
alucinante, no importa dosis,
estaré abstinente,
péndola en mano.

Ven…
Ven etérea figura
del ignoto bosque.
Dame tu luz
sólo una vez más…

Dime queda:
¿Cuál es vuestro itinerario
de visitas a tus rapsodas?

Quiero esperarte juicioso,
recostarme en ti
y deificarte con mi poesía.